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Año de Arizmendiarrieta. Año de la Empresa Humanista. Diario de Navarra. Juan Manuel Sinde

 

 

Año de Arizmendiarrieta. Año de la Empresa Humanista

 

El pasado 15 de diciembre se cumplieron 10 años del nombramiento como Venerable por el Papa Francisco de D. José María Arizmendiarrieta, de cuyo fallecimiento se cumplirán 50 años el 29 de noviembre del presente año.

 

Razón por la que celebramos entre ambas fechas el que hemos denominado Arizmendiarrietaren Urtea. Año de la Empresa Humanista, siendo una ocasión para recordar el que, sin duda, ha sido uno de los personajes vascos más destacados del siglo XX. Y hacerlo con fidelidad a su pensamiento y su talante.

 

Merece la pena recordar, en ese sentido, que pocos días antes de morir recibió al entonces Ministro de Trabajo, Alvaro Rengifo. La visita fue corta debido a la fatiga del enfermo, quién, como despedida ante el ministro visiblemente emocionado, sentenció: “Álvaro: mirar atrás es una ofensa a Dios. Hay que mirar siempre adelante”. Ya que esta frase revela una de las características del líder indiscutible del movimiento cooperativo del siglo XX.

 

Este año es una oportunidad, por otro lado, para aplicar sus valores a la cultura social navarra, teniendo en cuenta que sus objetivos trascendían a la empresa, sino que buscaban “Transformar la empresa para transformar la sociedad”.

 

A fin de tener en cuenta estas consideraciones queremos destacar como guía una de sus frases favoritas “Siempre hay un paso más que dar”, de tal manera que nos obligue a que cualquier mirada al pasado (posiblemente inevitable) venga acompañada de una propuesta de acción para el futuro.

 

Como referencias básicas, recordemos que Arizmendiarrieta, criado en un caserío vizcaino de un barrio de Markina y educado, por tanto, en las creencias y valores de la cultura tradicional vasca, fue un sacerdote que disfrutó de una formación que no difería de la que tuvieron los 400.000 sacerdotes católicos de la época. En ese sentido, sus ideas no fueron originales en absoluto ya que respondían a los principios y valores del humanismo cristiano y la Doctrina Social de la Iglesia. Su genio estuvo, por el contrario, en su fantástica capacidad de aplicarlas a la realidad con una finalidad muy clara: ayudar a resolver los problemas de las personas y las familias de su época superando los posicionamientos ideológicos, habituales entonces. “Las ideas separan, las necesidades unen” repetía para subrayar la necesidad de concitar la colaboración de todos por encima de las lógicas discrepancias ideológicas.

 

Lección importante para los tiempos actuales en los que, según algunos estudios internacionales, la cohesión social y la cooperación serán claves para que las comunidades puedan sobrevivir con su propia personalidad en el proceloso mundo que nos ha tocado vivir.

 

Su pragmatismo (“El ideal es hacer el bien que se puede, no el que se sueña”) le lleva a focalizarse en la resolución de problemas de forma colaborativa, que se complementaba con su rechazo a la palabrería y su valoración de la acción y no del discurso: “Los hombres que pudieran hacer bellas formulaciones pero que no fueran capaces de rubricarlas con hechos no nos sirven”. “Menos triunfalismo y más realismo; menos palabrería y más hechos; menos profetas y más hombres de palabra; menos ilusos y más prácticos. Las buenas ideas son las que se saben traducir en obras”. Reflexiones muy útiles también para los tiempos actuales…

 

Y siempre destacando el valor del esfuerzo, el sacrificio y el trabajo, fruto sin duda de su austera experiencia familiar: “Entre nosotros el título nobiliario más universalmente aceptado y admirado ha sido el del trabajo” y criticando, por el contrario, su ausencia “Hay cooperativistas “de pico” y otros “de pala”

 

Con una notable ambición en los logros a conseguir, una rigurosa autoexigencia y un rotundo rechazo de la autocomplacencia: “La satisfacción es una morfina peligrosa en los responsables de una empresa moderna”, “La mediocridad de no pocos resultados puede tener su origen en la simple cortedad de nuestros proyectos”.

 

Aunque siempre con el norte del servicio a la comunidad, que nunca interpretó en un sentido restrictivo “El movimiento cooperativo está seriamente comprometido en el quehacer comunitario que no empieza ni acaba en una zona concreta”. “Sería muy pobre el concepto que pudiera tener el mundo de un cooperativismo que no sirviera para nada más que para crear otras minorías con más elevado grado de bienestar”.

 

Lo que sin duda nos interpela para buscar nuevas alternativas empresariales que trasciendan a las actuales fórmulas jurídicas cooperativas: “Los principios cooperativos tienen que proyectarse en fórmulas prácticas viables y apropiadas a las circunstancias: quien las interpretara con otra rigidez sería un dogmático que haría muy mal servicio a la verdadera Cooperación”.

 

Y siempre, en cualquier caso, con una rigurosa coherencia en su actuación con los principios morales, que resumía en una frase clarividente: “Actuar y no ganar, crear y no poseer, progresar y no dominar”, que nos debe servir de guía para abordar los nuevos retos que él nos propondría, inspirándonos en su carácter de Apóstol de la Empresa Humanista para afrontarlos.
 

 

 

 


Juan Manuel Sinde
presidente de Arizmendiarrieta Kristau Fundazioa y socio colaborador de Laboral Kutxa

José Antonio Yeregui
Miembro del Equipo Gestor de Arizmendiarrieta Kristau Fundazioa

 

 

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