Arizmendiarrieta

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dic 15

HEMEN aldizkariaren 43. alea (Jose Maria Arizmendiarrieta eta kooperatiba mundua), ‘Arrasateko Kooperatiba Esperientziaren balantzea’ artikulua (AINARA UDAONDO)

Arratsaldeon denoi,

Lehenik eta behin, Mondragon Unibertsitateko LANKI Ikertegiaren izenean, eskerrak eman nahi dizkiet ekitaldiko antolatzaileei gaurko honetan partehartzeko aukera emateagatik.

Aurretik beste gonbite bat jaso genuen. Jose Mari Arzalluzek aurkeztu berri duen Arizmendiarrietaren gaineko Hemen aldizkariko monografikoan atikulu bat idazteko eskaria
egin zitzaigun. Zehazki, Arrasateko Kooperatiba Esperientziaren gaineko balantze bat egiteko eskaria jaso genuen. Gaurko hitzaldi hau artikulu horretan oinarrituko da. Beraz,
Arizmendiarrietak inspiraturiko emaitzetan (mugimendu kooperatiboan) jarriko dugu begirada.


Arrasateko Kooperatiba Esperientziak eman dituen ekarpenak aletzen saiatuko gara eta etorkizunera begirako zenbait erronka aipatuko ditugu.

Gaurko ekitaldiko kontestua aintzat hartuz, Arizmendiarrietaren figuraren inguruan hitz egiteko bildu gara hemen, esperientzia kooperatiboaren ekarpenetan jariko dut begirada batez ere.

Comencemos por indagar en el trasfondo ideológico o la utopía que subyace en esta experiencia cooperativa. Para ello nos es imprescindible remontarnos a los orígenes del
movimiento cooperativo, con el fin de ahondar en las motivaciones que alumbraron el cooperativismo de Mondragon. Las preguntas que nos surgen son: ¿Cuál fue la razón de ser de las cooperativas de Mondragón? ¿A qué sueños, e ilusiones respondía la fórmula cooperativa en sus orígenes? ¿Por qué y para qué se activó la ECM hace ya más de 50 años?

Dos ideas. La transformación de la concepción de la empresa y la justicia social fueron los pilares fundamentales del cooperativismo mondragonés. Se quiso transformar lo que se
entendía por empresa hasta aquel momento. El cooperativismo en general, y el cooperativismo de Mondragon en particular, intentó dar respuesta al conflicto social
fundamental de la sociedad de aquella época. Es decir, abordó el conflicto histórico entre el trabajo y el capital. Y formuló una propuesta determinada para responder a aquella cuestión.

¿Cuál fue esa propuesta? Modificar de raíz las relaciones de poder dentro de la empresa: darle al trabajo un valor mayor que al capital, ofreciéndole al trabajo otro estatus humano y político dentro de la empresa. Es decir, colocar en el centro de la organización a la persona y crear estructuras basadas en la soberanía y en el poder de las personas, en el poder de decisión de las personas. ¿Qué suponía aquello en la práctica? Tener voz y voto, participación en resultados, ser copropietario de la empresa… En definitiva, suponía una clara intención por humanizar la empresa.

Internamente la empresa debía ser democrática. Pero no era sólo una fórmula de empresa. La propuesta del cooperativismo de Mondragón no se agotaba en el interior de las cooperativas. Fijaron la mirada más allá de la cooperativa, y entendieron la empresa como herramienta para

caminar hacia la justicia social y el desarrollo comunitario. En el fondo de esta experiencia cooperativa existe un sueño sólido de transformación social, que animó e impulso a montones de personas en la construcción cooperativa.

La persona fue el centro de aquella propuesta. Promotora y destinataria. Existía una sensibilidad especial hacia todas las dimensiones del ser humano. Proyectaron un tipo de
persona comprometida en la construcción colectiva de la comunidad. Como apunta el gran conocedor del pensamiento de Arizmendiarrieta Joxe Azurmendi, en el fondo del pensamiento y la práctica arizmendiana hallamos el ideal de una persona cooperativa, más madura, más protagonista, en una sociedad más autoorganizada. Y la empresa cooperativa sería la palanca fundamental para esa transformación social.

Y todo ello revestido con una serie de valores o principios que han guiado la práctica cooperativa (fuertemente enraizados en las primeras generaciones). Valores tales como, el
trabajo, la solidaridad y sus expresiones prácticas, la austeridad, la primacía del interés colectivo sobre el individual, el servicio a la comunidad… Ideas sin las cuales no se entiende ni la puesta en marcha ni la evolución de esta experiencia cooperativa.

Llevamos recorridos casi 60 años de práctica cooperativa. Este devenir histórico ha estado marcado, a su vez, por elementos diversos que han caracterizado cada época de este más de medio siglo: momentos de expansión, crisis, reformulaciones, logros, contradicciones... De hecho los acontecimientos del último año han puesto una vez más a prueba al cooperativismo de Mondragon y su capacidad de adaptación.

Es indudable que esta experiencia supone un experimento singular en el mundo y así lo reconocen muchos agentes externos que la han estudiado.

A continuación, trataremos de responder a las siguientes cuestiones ¿Qué ha aportado el cooperativismo de Mondragon? ¿Qué tiene de interesante esta experiencia cooperativa para inspirar formas de hacer empresa basada en otros valores? ¿Y cuáles son algunos de sus retos?

1. Búsqueda del equilibrio entre eficacia empresarial y valores cooperativos
La constatación de que se puede ser empresa eficaz y sostenible en el tiempo, manteniendo una serie de valores éticos. O dicho de otra forma, demostrar que la eficacia empresarial es compatible con la práctica de los valores en el ámbito de la empresa. Equilibrio no siempre sencillo, pero posible. En esa dirección la ECM es un testimonio por tratar de humanizar la economía, con sus logros y sus límites.

Precisamente es ahí donde tienen las cooperativas uno de sus retos más importantes de cara al futuro. Si entendemos que las cooperativas son proyectos socio‐empresariales, inevitablemente están abocadas a responder a dos lógicas (la rentabilidad empresarial y la lógica cooperativa o social). Una y otra, y ambas al mismo tiempo.

El hecho de constituir empresas eficaces y rentables resulta requisito indispensable para la supervivencia de la cooperativa (eso lo han tenido siempre claro los fundadores). Hoy toca atender a una lógica empresarial muy exigente. El dimensionamiento , la internacionalización y la financiación son temas hoy centrales en la agenda de las cooperativas. Temas que abren nuevos interrogantes y que precisan ser abordados desde una óptica cooperativa. Son retos de hondo calado.


Precisamos proyectos empresariales sólidos. Eso está claro. Sin embrago, si queremos constituir proyectos cooperativos es importante nutrir los aspectos ideológicos o cooperativos, esa vertiente que nos diferencia de otros modelos de empresa. Y es ahí donde tenemos mayor déficit.


Uno de los retos fundamentales de la ECM es precisamente ese: alimentar el diferencial cooperativo y promover proyectos socio‐empresariales fuertes y con identidad. Ello conlleva
activar estrategias integrales que incidan en esa dirección, como por ejemplo: promover e innovar en la dimensión de la participación, abordar nuevos retos desde la transformación
social, profundizar y articular estrategias eficaces de educación cooperativa, trabajar las motivaciones individuales y colectivas, promover entornos de cultura cooperativa o ahondar
en el liderazgo cooperativo.


2. 2ª aportación de la ECM: La institucionalización de los valores (o la plasmación de las ideas y los valores en prácticas y mecanismos concretos). 

Se ha acertado en articular de forma práctica los conceptos básicos del pensamiento cooperativo. En la ECM hallamos desde los orígenes esta inquietud o máxima: los valores sólo
se convierten en realidad si son puestos en práctica. Recordemos la máxima de Arizmendiarrieta: “La idea o la palabra buena es la que se convierte en acción”.

Es por ello, que existe una incesante vocación (obsesión diría yo) por traducir los valores en mecanismos y prácticas concretas. Lo importante ha sido el cómo se practican los ideales:
¿cómo hacer real y eficaz la solidaridad? ¿o la participación? ¿o la transformación social? Puede ser relativamente sencillo hablar de solidaridad, pero lo realmente complicado (y
valioso) es cómo lo hacemos en la práctica.

Esta práctica no es sólo (o sobre todo) una fórmula de empresa, sino una cultura, una forma de hacer que ha de ser alimentada. La ECM cuenta con un reto importante en esta dirección. Para ello es indispensable promover la reflexión cooperativa de forma eficaz y sistemática.

3. La práctica de la intercooperación

Sin duda, la creatividad mostrada para articularse en red y para la intercooperación es quizá el diferencial más relevante de la ECM. MONDRAGON es una red de cooperativas que
intercooperan entre sí. Una red que conjuga reglas y criterios comunes, con la soberanía de cada cooperativa. La intercooperación ha sido por un lado expresión clara de la práctica de la solidaridad y por otro, un factor determinante para el desarrollo empresarial de las cooperativas.

Ha habido grandes dosis de creatividad institucional y organizativa, y se han desarrollado numerosos mecanismos concretos para la práctica de la intercooperación: upraestructuras
para el fortalecimiento del grupo, fondos comunes para atender las necesidades de las cooperativas (bien para compensar pérdidas o sostener nuevas inversiones), o mecanismos
exigentes e innovadores como las reubicaciones o la reconversión de resultados. Mecanismos propios de esta experiencia.

No hay duda de que una de las aportaciones más importantes de la ECM consiste en haber conferido carácter estratégico a la intercooperación y el hecho de haberlo articulado de forma práctica. Constituye un valor fundamental y es motivo de orgullo entre los cooperativistas. Es evidente que a raíz de la última crisis se abren nuevas interrogantes en torno a la
intercooperación, tales como: ¿qué nivel de correlación debe existir entre la solidaridad y la exigencia? ¿cuáles son los límites de la solidaridad? ¿puede tener efecto somnífero? ¿cómo evitarlo? ¿es posible hacer frente a las crisis de las grandes cooperativas? ¿existe la suficiente identificación entre las cooperativas para sostener una práctica exigente de la solidaridad?

No cabe duda de que el grupo cooperativo deberá seguir profundizando en la intercooperación, innovando, equilibrando solidaridad con exigencia, y alimentando el
proyecto común a nivel de grupo.

4. La democracia empresarial

Uno de los diferenciales más evidentes con respecto a otro tipo de empresa es el carácter democrático de las cooperativas. El modelo cooperativo implementa la práctica de la
democracia en el ámbito de la empresa, y pone en manos de los protagonistas el poder de decisión. Supone alterar de raíz la relación típica entre trabajo y capital, y devolverle al
trabajador el control y la propiedad de su trabajo, dándole al capital un carácter subordinado. Es el trabajo quien tiene soberanía y poder de decisión en la propuesta cooperativa.

No es lo habitual que las empresas se organicen de forma democrática. En general, en el ámbito de la empresa y la economía imperan lógicas de concentración de poder y del capital. La ECM supone un grupo de cooperativas que opera en base a unos principios democráticos, una experiencia imperfecta, pero relevante en el mundo de la democracia empresarial. El hecho de traer la idea y la práctica de la democracia al ámbito económico‐empresarial es una aportación de gran valor, y supone un paso importante para caminar hacia una concepción más amplia y exigente del concepto de democracia.

Es obvio que no es sencillo articular con éxito la práctica de la democracia en el ámbito de la empresa (más si cabe en empresas de gran tamaño), y nuestras cooperativas muestran
síntomas que apuntan hacia la necesidad de una profunda revitalización de los aspectos democráticos cooperativos. Es preciso seguir ahondando en esa dirección: reforzar la
concepción de socio (trabajador y co‐propietario al mismo tiempo), trabajar la corresponsabilidad de los socios y nutrir el sentido de pertenencia, revisar el rol de los
órganos, hacer pedagogía en la comunicación, combinar democracia con gestión eficaz... Pero es sin lugar a dudas un diferencial importante.

5. La diversidad cooperativa y la integralidad de su propuesta


Llama la atención el hecho de haber sido capaces de trasladar la fórmula cooperativa a diversos sectores articulados dentro del mismo grupo. Son muchos los expertos que ponen de manifiesto la diversidad cooperativa que existe en el cooperativismo vasco, algo inusual en la realidad cooperativa mundial. Aquí se ha desarrollado la fórmula cooperativa en diferentes ámbitos: la industria, el consumo, la educación, las finanzas, la agricultura, la investigación o los servicios. La ECM demuestra que es posible organizar de acuerdo a la fórmula cooperativa los sectores fundamentales de la sociedad.


Esta práctica está estrechamente relacionada con la integralidad de la propuesta arizmendiana. El cooperativismo arizmendiano se sustenta en la siguiente idea: que las
fórmulas basadas en la co‐propiedad y en el poder de decisión de los protagonistas son más humanas. Apoyándose en esa idea, se ha desarrollado la práctica de la autorganización en diferentes ámbitos sociales. Existe una llamada a la autoorganización en la base del pensamiento de la ECM: el sueño de una comunidad que se autoorganiza a todos los niveles.

No cabe duda que ante los retos que enfrentamos como sociedad, la práctica de la autoorganización y la autogestión resultan de gran valor.

6. La transformación social como objetivo

Si ahondamos en el pensamiento arizmendiano es evidente que las cooperativas nacen con una clara vocación de transformación social. Entendieron y practicaron la empresa como herramienta para la transformación social.

El camino recorrido en este ámbito es cuantitativamente importante y cualitativamente relevante. Muestra de ello son algunos aspectos que voy a mencionar a continuación:
La aportación de la ECM como modelo y motor de desarrollo local. Las cooperativas son fórmulas enraizadas. Es sabido que el capital hace mucho más fácil las maletas. El poder de decisión descansa en las personas que componen la organización, y frente a procesos de deslocalización, las cooperativas son realidades más conectadas con lo local, con las
necesidades del entorno. La ECM, aun siendo una realidad internacionalizada (con toda su complejidad), es un grupo empresarial enraizado en el País Vasco. Sin lugar a dudas, desde la perspectiva del desarrollo local, resulta interesante contar con realidades económicas autoorganizadas y enraizadas en el País.

Otra idea. La vocación por generar y mantener el empleo ha sido uno de los objetivos declarados de la ECM. Las cooperativas han primado la generación y la defensa del empleo,
por encima de las lógicas de maximización del capital. Entendiendo que de ese modo se contribuye al desarrollo económico y social del entorno. Con todas las dificultades que ello
conlleva.

Otro aspecto relevante: un reparto más equitativo de la riqueza, con mecanismos como el abanico salarial (que, aun generando controversia, limita el nivel retributivo de las
cooperativas a niveles muy inferiores en comparación con otros modelos de empresa). Además, históricamente ha existido un esfuerzo importante de reinversión de capital con el fin de afianzar el desarrollo empresarial.

Otro mecanismo importante son los Fondos de Obras Sociales (COFIP), a través de los cuales se ha colaborado con numerosas iniciativas educativas, culturales y sociales del entorno. Ha habido compromiso con la educación, el euskera o la cultura vasca, iniciativas socio‐culturales diversas, o el ámbito de la cooperación al desarrollo.

El camino realizado en este ámbito es sin duda interesante, pero de cara al futuro es un ámbito que precisa innovación. Es necesario reconectar las cooperativas con los sueños y
necesidades sociales actuales, y promover un rol más activo en el ámbito de la transformación social. Avivar la conciencia transformadora de los cooperativistas, cooperar con agentes sociales y económicos que compartan la idea de la autogestión o la economía social‐solidaria, o visibilizar la acción realizada en este terreno, son algunos de los retos a los que se enfrenta la ECM.

Me gustaría acabar haciendo una llamada a la necesidad de alimentar la utopía. Algo que Arizmendiarrieta tenía muy presente. Esta experiencia cooperativa se ha caracterizado por ser una acción empresarial edificada sobre unos sólidos principios y conceptos ideológicos. Esos aspectos han dado forma y sentido (significado y rumbo) al movimiento cooperativo. Tanto el contexto económico y social, como las propias cooperativas, o las conciencias de loscooperativistas han sufrido cambios importantes. El cooperativismo necesita formulaciones
actualizadas acordes a los retos que enfrenta a día de hoy.
Para ello es preciso visualizar el proyecto socio‐empresarial de forma global. Hace falta rumbo.Recuperar y renovar la utopía de fondo, y alimentar de forma constante el porqué y paraqué del cooperativismo. ¿Dónde están las claves para hacer ese ejercicio? El pensamiento que sustenta esta experiencia (el pensamiento de Arizmendiarrieta) y las propias características del cooperativismo son pistas interesantes para abordar ese reto. La clave, a nuestro juicio, está en profundizar en el ser más cooperativa, en ahondar en el diferencial cooperativo, es decir, en construir un cooperativismo más auto‐exigente y con identidad.

Honaino gaurko hitzaldia. Eskerrik asko zuen arretagatik!
Ainara Udaondo, Mondragon Unibertsitateko LANKI Ikertegia

Categorías: Noticias de la causa.

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