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Filosofía de Arizmendiarrieta y nuevo Modelo

Filosofía de Arizmendiarrieta y nuevo Modelo

Conocí a Arizmendiarrieta (nuestro querido D. José María) en octubre de 1963. Ha sido un hombre que ha tenido un influjo notable en mi forma de ser y situarme en el mundo.
JMA tuvo una idea genial y la gran capacidad de ponerla en práctica. Hasta entonces, de los dos componentes de una empresa, capital  y trabajo, había primado siempre el primero sobre el segundo. La genialidad, el tesón, la capacidad de crear equipo, la ilusión que supo inyectar a sus seguidores, condujo a una realidad subversiva en el campo empresarial. Surgió un tipo nuevo de empresa industrial: la empresa cooperativa. En ella el capital está gobernado por el trabajo.

Es cierto que nos hallábamos en plena época de los denominados grandes relatos. El movimiento habido en Francia en mayo del 68 reflejaba este tipo de ambiente. Había paraísos que se esperaban alcanzar en el futuro. El paraíso comunista era una muestra más de ese espíritu. No resultaba tan extraño que se viviera una mística cooperativa, un sueño que se pretendía alcanzar y que se iba haciendo realidad año tras año.

Hoy día,  los grandes relatos han sido barridos del subconsciente colectivo. El postmodernismo se ha encargado de ello. Ahora priva el “sálvese quien pueda” así como el “no es mi problema”. Sin embargo, se habla cada vez más de que nos hallamos a las puertas de un nuevo modelo. No tenemos distancia para saber qué nos está pasando, pero estamos llamados a entrever posibles soluciones.

Cuando JMA comenzó su tarea de transformación de la empresa, el problema era la explotación de los trabajadores por parte del capital. El problema de la crisis en que estamos inmersos actualmente es la especulación.

La explotación de los trabajadores en la empresa corre parejas con la especulación, que está afectando actualmente a la mayoría de los ciudadanos del mundo, si bien incide con mucha mayor intensidad en los económicamente más débiles.

Así pues, el dúo  Capital – Trabajo a escala empresarial se convierte en el dúo Economía – Política a escala mundial.
La política no gobierna; lo hacen las grandes multinacionales. Cuando se ha preguntado a algún jefe de gobierno por qué había retirado el impuesto al patrimonio, la respuesta fue que de no hacerlo, los ricos colocarían su dinero en Suiza. Es decir, que la Política está claramente subordinada a la Economía. La política europea está siguiendo fielmente las indicaciones del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, que son las instituciones que condujeron al empobrecimiento de los países latinoamericanos, que se puso de manifiesto con la famosa Deuda Externa.

La filosofía de Arizmendiarrieta parece indicar que debe realizarse una subversión similar a la que tuvo lugar en la empresa cooperativa entre capital y trabajo. Es preciso hacer surgir equipos de políticos profundamente motivados por el valor de la solidaridad, como lo hicieron los primeros cooperativistas en la empresa que surgió gracias al impulso y excelente visión de futuro de JMA. La ciudadanía deberá devolver la consideración social a la política y deberá apoyarla para que luche por controlar la Economía antes de que la Economía termine con ella y con el resto del mundo.

A  título de ejemplo podemos citar algunas de las líneas que debemos exigir a la política  para que de cumplimiento o  exija, a su vez, en instancias superiores:
• Impuesto al tráfico de grandes capitales (Tasa Tobin o similar)
• Eliminación de los paraísos fiscales
• Sustitución del gasto en armamento por el gasto en energías renovables
• Impuestos fiscales serios y progresivos

La solidaridad que es el elemento fundamental de la filosofía de Arizmendiarrieta deberá llevarnos a posturas como la defendida hoy por el movimiento que recibe el nombre de Decrecimiento, el cual aboga por una reducción drástica del consumo energético en los países del Norte, así como en no basar el desarrollo en el incremento del PIB, sino en el denominado “bien vivir” defendido por pueblos indígenas, que dista bastante del denominado “vivir bien” de gentes acomodadas del Primer Mundo.

JMA era un detractor impenitente del gasto innecesario cuando existían necesidades perentorias no cubiertas, como la educación o la sanidad. El consumo  en cenas o alcohol que, a nivel de pueblo, atacaba JMA mientras no se cubrieran las necesidades de educación o sanidad, tiene hoy un paralelismo claro con el consumismo actual de todo tipo, comenzando por el energético y continuando por la emisión de gases productora del cambio climático o por el tremendo desequilibrio en el consumo de agua o de alimentos.

No sabemos qué nos deparará el nuevo modelo social, pero lo que parece claro es que sólo una política de solidaridad, como la preconizada por JMA, podrá librarnos de un mundo que se desangre en guerras y llegue a desaparecer por la pérdida de un valor que resulta central para el verdadero desarrollo, que no es otro que la solidaridad.

José Manuel Corcuera
 

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