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Don José María tenía sólidas convicciones y una enorme fe en la capacidad de las personas para transformar la sociedad. Su liderazgo generó, entre los jóvenes, ideales de justicia social que fueron capaces de aplicar en el entorno social de Mondragón.
La dignidad de la persona, su formación y su capacidad para trabajar en equipo, era la trilogía en la que Don José María se sustentaba para el cambio social. Pensaba que todo se puede conseguir si somos capaces de cooperar unos con otros, y la historia le dio la razón.
Había necesidad de puestos de trabajo y se crearon las cooperativas, para la salud se creó el Centro Asistencial, para la educación los centros educativos. El pueblo de Mondragón y su entorno dan fe de que, si las personas se unen ante un objetivo, éste, tarde o temprano, se consigue.
Las empresas cooperativas también fueron capaces de unirse y cooperar entre ellas ante necesidades comunes. Como resultado se crearon entidades básicas para su consolidación, como Caja Laboral, Lagún Aro o Ikerlan y agrupaciones como los grupos cooperativos o la Corporación Mondragón.
Parece que los "principios de la evolución", también se pueden aplicar al entorno empresarial, y así como las células vivas son capaces, por evolución genética, de crear cuerpos cada día más complejos, así el movimiento cooperativo tuvo el acierto de dotarse de estructuras de cobertura mutua.
Actualmente las cooperativas tienen mayor capacidad de aguantar la crisis que otras entidades que trabajan en solitario, porque se han ido preparando para ello. Saben, mejor que nadie, que la excelencia no depende solo de una buena organización, sino de otros factores externos que hacen que, los que hoy están en la cresta de la ola, mañana pueden encontrarse con problemas de supervivencia. La humildad es una virtud necesaria en el campo empresarial.
Pero, ¿Qué pasa con los problemas sociales? Cuando Don José María estaba con nosotros había una voz autorizada que hacia reflexionar sobre las cambiantes necesidades sociales pero, ahora que no lo tenemos, nos corresponde asumir la responsabilidad.
Reflexionar sobre los problemas sociales requiere establecer el marco organizativo para " pensar en voz alta". No tenemos estructurados foros que nos permitan compartir y contrastar ideas, de forma equivalente a como han sabido hacerlo las empresas para su futuro. Lo que hacemos parece tener el sabor de opinión individual sin que conforme una opinión colectiva.
Hacer camino al andar y aprender a dotarnos de esos escenarios de opinión de ciudadanos, es una tarea pendiente, sabiendo que compartir no supone descalificar y que la verdad está en la conjunción de las diferentes opiniones y matices.
En la sociedad actual aparecen nuevos desafíos que van, como en círculos concéntricos, desde lo local hasta lo mundial. Hay uno, derivado de la crisis, que merece ser tratado con prioridad; es la falta de trabajo para todos.
No podemos quedar impasibles ante una sociedad que no encuentra fórmulas para mitigar esa lacra. La subvención, aunque palia las necesidades perentorias, no es la solución. El derecho al trabajo es esencial y dignifica a la persona.
Si las empresas no tienen capacidad para asumir el problema, será la "Sociedad " la que tenga que diseñar alternativas que lo mitiguen.
El "parado inactivo" no tiene sentido ni humano ni social. En otros países han sabido asumir el problema organizando soluciones alternativas e imaginativas.
Compatibilizar las prestaciones del desempleo con actividades al servicio de la sociedad puede generar actividad económica y empleo. El elevado número de parados es un despilfarro social inasumible en una sociedad avanzada. Todo menos estar parado.
Limpiar ríos, repoblar bosques, trazar caminos, reconstruir bienes sociales, formarse, aprender a aprender y todo lo que la Sociedad Civil pueda imaginar y organizar para el bien de la comunidad, son actividades que no representan mucho costo adicional y generan actividad. Es el intentar poner en positivo, una situación negativa que mina la moral del que está en un agujero que se hace cada día mayor.
La solidaridad no nos permite mirar para otro lado, cuando una parte de nuestro cuerpo social sufre, todo el cuerpo sufre.
La organización ciudadana y las autoridades, tendrán que habilitar presupuestos y alternativas, para dar solución a un problema, que es problema de todos. Tendremos que asumir, de forma solidaria, el costo que representa la solucion compartida. Si somos capaces de dar una respuesta positiva, el cuerpo social saldrá reforzado y con el convencimiento que en la cooperación esta nuestra fortaleza.
La dignidad de la persona, su formación y el trabajo solidario, siguen siendo, hoy en día, las fórmulas para un cambio social. Los nuevos tiempos exigen nuevas respuestas. La cooperación no se limita al mantenimiento de las cooperativas, sino a la búsqueda de soluciones alternativas para los nuevos problemas sociales.
Manuel Quevedo
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DON JOSE Mº ARIZMENDIARRIETA
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