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Arizmendiarrieta y la responsabilidad social

Recordamos a D. Jose María Arizmendiarrieta porque sus planteamientos son conceptos que hoy llamaríamos de Responsabilidad Social de las empresas.

Sobre la aplicación de la Responsabilidad Social, la consultora americana McKinseyen marzo de 2015 publicó un artículo, “The real business of business”, en el que disecciona el concepto de creación de valor en la empresa.

Su tesis, compartida seguramente por las Escuelas de Negocio avanzadas, es sencilla: la maximización del valor para el accionista sigue siendo el mejor referente para la toma de decisiones, pero con dos exigencias importantes: se trata de crear valor a largo plazo, evitando guiarse por medidores de muy corto plazo como los resultados trimestrales, y es imprescindible ir alcanzando equilibrios suficientes con los Grupos de Interés con los que se relaciona la empresa, clientes, empleados, proveedores, comunidad local.

Esta consultora aporta datos empíricos probando que las empresas más exitosas en su retribución al capital consiguen buenas notas, y evitan riesgos, en otros ámbitos como satisfacción de sus clientes o trabajadores. El retorno por estas acciones es el apoyo a su marca o a su reputación.  La Responsabilidad Social, Ambiental, o con los trabajadores, es así una restricción.

Por contra, McKinsey rechaza como “naive” la idea de que se puede avanzar en todos los frentes, porque en los conflictos de intereses entre grupos, no hay criterios que maximicen objetivos contrapuestos.

Un ejemplo: compartimos que las condiciones económicas y los beneficios sociales de los trabajadores deben ser adecuados; su pregunta es ¿hasta cuánto?. Y su respuesta: lo suficiente para atraer y motivar a empleados de calidad, pero no más.

Aunque el discurso general sobre la Responsabilidad Social es menos descarnado, la actuación de las empresas normalmente sigue estos parámetros.  Pero sí ha calado la idea de que las empresas tienen que llegar a equilibrios, entre lo económico, lo social y lo medioambiental.  Nos lo cuenta el responsable de RSE de una empresa cotizada cercana: cuando un Fondo de Inversión busca decidir comprar un paquete de acciones significativo, ya no se entrevista solo con el financiero, sino que pide también los argumentos del encargado de la RSE sobre equilibrios a largo plazo.

Otro ejemplo es la dedicación de fondos de la banca para actividades sociales.  Los accionistas de grandes bancos aceptan recibir algo menos de dividendo para pagar acciones que les exige el conjunto de la sociedad.  Así, BBVA y Santander en 2014 dedicaron 107 y 187 M € respectivamente a actividades sociales.  Son cifras muy relevantes, si bien en porcentaje sobre sus resultados sustancialmente menores a las que aplica la Caja que fundó Arizmendiarrieta: ya la propia ley de cooperativas de crédito le exige la dedicación del 10% de los resultados a estas actividades, pero la mayor ambición social de Laboral Kutxa se traduce en dedicar el 25% de sus resultados a acciones ligadas a la educación y la promoción económica.

El enfoque de Arizmendiarrieta es muy exigente, pero no es “naive”.

Su idea de fondo de transformar la empresa para transformar la sociedad, deja claro que la empresa es un agente económico con una incidencia y responsabilidad social.  Y en la relación de fuerzas entre capital, trabajadores y sociedad, su apuesta es poner por delante los intereses de los trabajadores respecto a los del capital.  También con restricciones importantes: en su visión los intereses de la empresa en su conjunto están por delante de los individuales de los trabajadores, y una concreción significativa de esta prioridad, aparte del principio de retorno a la sociedad, es el principio de reinversión de los resultados.  Con el objetivo de crear una cultura de logro, ambición y crecimiento.

Cuando murió Arizmendiarrieta no existía el término, pero hoy hablaríamos de Responsabilidad Social Empresarial.

Creemos que sí existen elementos en su discurso que son aplicables a empresas más convencionales, en las que el capital mantiene su capacidad de decisión, pero acepta que no es el único agente que aporta valor añadido.

Tres ideas aplicables:

  • Importancia de las estructuras organizativas, y

  • necesidad de trasparencia.

Si los grupos de interés distintos del capital son sólo consultados y no tienen capacidad real de influencia, difícilmente van a mover las decisiones empresariales hacia equilibrios diferentes.  Y muy relacionado con la influencia, está otro factor clave, la trasparencia en la información.   Un ejemplo es el discurso de la participación de las personas; en general está admitida su necesidad, pero no es fácil aplicar sistemas de dirección participativa, con ámbitos de codecisión.  Un bloqueo típico es considerar muchos temas como información confidencial, entrando en un bucle: falta información, se siente como falta de confianza, genera distanciamiento y no participación.  La trasparencia para ser eficaz debe ser un valor cultural radical.

  • los comportamientos, y la cultura de empresa, la define un grupo pequeño de personas.

Y respecto a la cultura, los comportamientos, que son al final en lo que se concreta la cultura, funcionan a base del ejemplo de unas pocas personas.  Arizmendiarrieta trasmitió sus convicciones y su forma de hacer a un pequeño grupo de seguidores, que fueron extendiendo su obra.  En círculos concéntricos.  Generando cultura en base a los comportamientos de unas pocas personas.

Jon Emaldi

Miembro de la Junta Directiva de ArizmendiarrietarenLagunakElkartea
 

Categorías: Hartutako mesedeak eta Arizmendiarrietari buruzko iritziak, Kausari buruzko albisteak.

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