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El Cambio climático: Un gran desafío que ha de ser necesariamente abordado
En los últimos quince años los temas tratados en el Foro de Davos han sido variados y se puede percibir con claridad el cambio que se ha experimentado en el período 2009-2019, desde la gran crisis hasta el presente. Frente a títulos como “Asociación para la seguridad y la prosperidad”, asuntos que fueron abordados en los años 2013 y 2014, se pasó, en 2018, a un título muy sugerente y preocupante: “Creando un futuro compartido en un mundo fracturado”.
El título parece señalar que nuestro mundo, tal como ahora está, no nos gusta y que, para arreglarlo, será preciso tener en cuenta el futuro, lo que lleva a pensar que, por fin, nos hemos dado cuenta de que dejar como herencia a las futuras generaciones un mundo como ahora lo tenemos es un disparate. Es una forma de transferir riesgos muy serios para la salud de los seres humanos y del planeta Tierra.
El Medio Ambiente y el cuidado de la Tierra han resultado ser un problema primordial. Para comprobarlo basta con repasar los problemas que han sido abordados en el Foro del pasado año. Nos daremos cuenta de que, por fin, ambos han sido aceptados como problemas que hay que abordar de forma inmediata. Afortunadamente, lo mismo ocurre en un gran porcentaje de la población y en las instituciones públicas que intentan garantizar una buena calidad de vida ahora y en el futuro.
Sin duda nos enfrentamos a muchísimo trabajo pero, lo importante es, que parece que, por fin, nos hemos dado cuenta, de que muchas de las crisis que hemos padecido y los riesgos que hemos afrontado en los últimos años (desbordamientos de ríos, incendios, cambios imprevisibles en la temperatura, pérdidas de cosechas, empeoramiento en las condiciones de la capa de ozono…. y un largo etcétera) pueden estar relacionados con la explotación excesiva y muy descuidada de los activos ambientales a los que hemos tratado como si no fueran necesarios para el bienestar colectivo o fueran capaces de aguantar cualquier mal trato.
Afortunadamente esto ha cambiado. Ahora es bastante general afirmar que, mientras no nos parezca natural considerar que los activos ambientales constituyen un capital imprescindible al que tenemos que cuidar, seguiremos comportándonos de forma que nuestro medio ambiente irá empeorando lo que va a complicar y empeorar la vida en muchas zonas del Planeta. El esfuerzo exigido será importante.
Nos ha costado, pero incluso los que vivimos en zonas en los que todavía no hemos experimentado desastres ambientales severos, estamos convencidos del peligro y la dureza que el cambio climático supone. Creo que somos mayoría los que hemos entendido que el asunto hay que tomarse muy en serio si queremos evitar la mala situación ambiental que nuestros hijos tendrían que afrontar. El problema intergeneracional convierte en inviable el pasar de largo de un asunto tan serio.
Por ello, tanto el sector público como el privado, tendrán que tenerlo muy en cuenta a la hora de diseñar las políticas y la adopción de medidas inteligentes y eficaces sobre el mismo.
Los primeros movimientos en la zona europea ya han comenzado y “The Economist”, por ejemplo, hace apenas unas semanas escribía un artículo sobre “El Planeta sediento” y sus implicaciones, del que recojo la siguiente cita:
“El agua crea un medio ambiente que sostiene y alimenta a las plantas, los animales y los humanos y convierte a la Tierra en un sitio perfecto para vivir”. Por eso no es de extrañar la preocupación por la falta de agua y la importancia de su calidad. “The Economist” pronostica que cada vez veremos más películas en las que se observe una lucha de los humanos por conseguir unas gotas de agua en un contexto en el que lo que tendremos será el mar (agua salada) y los polos (agua helada).
La mala utilización del agua nos puede llevar a una serie de catástrofes, evitables utilizando las nuevas tecnologías. Un buen control del agua evitaría muchos problemas y como afirma Lee Kuan Yew, la falta de dinero, la escasez…. son solo excusas. El problema, en prácticamente todas las partes del mundo, es la “mala gestión”. O, como dice Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, en un contexto algo diferente: “Todos nosotros sabemos lo que hay que hacer; lo que no sabemos es como ser re-elegidos después de haberlo hecho”.
Y voy terminando no sin antes hacer referencia a lo que el Prof. Kenneth Boulding nos enseñó hace años. Es un lugar común afirmar que la función de la economía es la de “asignar recursos escasos a fines alternativos importantes”. Ocurre, sin embargo, que el concepto “escasez” ha ido cambiando.
Es claro que no podemos seguir viviendo en “una economía del cowboy” en la que visualizamos el mundo como una gran llanura sin límite alguno o con límites que pueden expandirse todo lo necesario, sino en un mundo económico concebido como un espacio en el que la escasez de activos ambientales nos obliga a comportarnos como ciudadanos que viven en lo que Kenneth Boulding denomina “economía de la nave” donde nada cogemos de fuera ni nada arrojamos desde la nave al exterior. Si le hacemos caso conseguiremos evitar el vivir en “la economía cowboy” creyendo que podremos expandirnos todo lo que deseamos.
En fin, si no queremos transferir a las generaciones futuras un Planeta incapaz de soportar la forma de vida que los humanos hemos elegido debemos apresurarnos.
Mari Carmen Gallastegui
Catedrática emérita de Economía de la UPV-EHU
Categorías: Noticias de la causa.
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